UTOPÍA: INFIERNO EN UN SALÓN DE BAILE
CRONICA- PARTE II
¡Pucha, mucha gente, es obvio que estará
buena!- eran la una de la madrugada, y Úrsula animaba a Vero para hacer la
cola. Esa cola, gran fila humana, que a simple vista se calcula en por lo menos
80 personas; chicos y chicas que iban entrando
de uno pagando los 45 soles, era tanta la gente que asistía al local que
Percy North, el gerente de la discoteca, veía crecer su negocio, ¡ya sabes, ningún
trigueñito! Esa fue la orden para los de seguridad. Todos entraban menos los
trigueñitos, morochitos o los que no portaban el sello de la exclusividad: la
tarjeta Utopía.
¡Abran paso, abran paso! Incendio en
Jockey Club, emergencia…ti ti ti, eran las únicas palabras que oía camino al
lugar del siniestro, Alberto Piñone acababa de pasar el grado de aspirante de
bombero, y ahora ya siéndolo no dejo que las fuerzas se fueran al ver el
inmenso humo saliendo de la puerta quemada, casi consumida por completo por las
voraces llamas de fuego.
Descendían los bomberos uno a uno
alistándose en filas para así entrar
encadenados por su propios brazos al centro del “sauna”, ¡se sentía como si
fuese un sauna, un vapor ardiente que enrojecía la piel, dice Alberto, tras
recordar aquella noche. Pero al actuar
los bomberos de forma inmediata, unos hombres fornidos, de polos amarillos, los
detienen, ¿será acaso que hay algo oculto?
Gemían, el tigre y el león, mientras
la mona Carla era paseada como un borrachín de espectáculo; los asistentes se
asombran al ver a los animales, el dueño les cumplió, la tarjeta
no mentía, esa noche no la olvidarían. Al entrar, a muchos de ellos les causó
lastima ver a los animales enjaulados, pero luego comprendían que eran parte
del show.- dice en tono melancólico Verónica Cortez.
Las tres jaulas guardaban dentro a
fieras: el león Oscar, la tigresa Kika y el caballo Satán, las jaulas de Oscar
Y Kika estaban situadas a los costados
del estrado que quedaba al frente de la entrada principal, aquella a la que
para llegar se debía cruzar la pista de baile; el caballo Satán
estaba posicionado en la entrada
principal y daba con cada relincho la bienvenida especial; mientras la mona
Carla era paseada de la mano por Laura Huarcayo, la conocida entonces modelo, y
ahora conductora, que había asistido como anfitriona junto a su entonces novio Juan Martín; cerca de las
2:15 de la madrugada el clímax ya estaba a apunto de rebalsar.
Se empleaban las luces fosforescentes
para armar figuras sobre la pista de
jebe del salón de baile, un piso anti estrés que servía para relajarse, para
tenderse sobre ella, literalmente, para tomar el descanso final; pero como toda disco, debía tener un buen disjockey, y sí, allí estaba el Dj Pulpo con su consola adornada por radiantes vasos
con pequeñas llamas de fuego que se avivan con bencina; la cabina mágica o trágicamente
se situaba ahí nomás, cerquita a la puerta
central, en un piso más arriba.
Mientras en la barra, dos para ser
exactos que se ubicaban uno al frente de otro de extremo a extremo en el
local, los bartenders atendían
sirviendo los finos tragos a los asistentes entre ellos hijos de conocidos
funcionarios y autoridades de Lima.
El evento era de lujo, hasta el conductor de
noticias del canal N Raúl Tola era parte de la exclusiva lista para el show ZOO, en las barras también
estaba Ferreyros, haciendo malvares con pequeñas llamas de fuego, de la barra
al techo había muy buena distancia, así que por ahora no había de que preocuparse, claro por ahora.
Bailó Verónica el merenguito que
sonaba cerca de las 2:30 de la madruga, y de un momento a otro Dj Pulpo cambio
al trance, la gente se iba retirando de
a pocos del salón de baile, pero muchos otros, la mayoría de aquellas casi 1
200 personas estaban empilándose con el trance que venía de la cabina del Dj
Pulpo. Entonces Alfredo Cabrera, el Dj Pulpo, estaba acompañado de Kike, Fahed
Mitre, unos de los dueños del local que
a ratos jugaba con las luces, además los acompañan también Jairo y Roberto
Ferreyros O´Hara, representando al circo
de los hermanos Fuente Gasca y de pasadita disimulaba el olor de la orine de la
tigresa y el león con un aromatizador de Wizard; eran cerca de las tres de la mañana, 2:45 para ser exactos.
En las barras estaban los malabaristas
haciendo espectáculos de tragafuegos, ingiriendo bencina para luego echarlos al
aire en una escupida y con un encendedor
prender fuego, la gente se movía con el trance, mientras Verónica era acuciada
por una mirada desesperada, de ojos abiertos y entrejuntados, es allí cuando se
dio cuenta de que en la cabina del Dj Pulpo se prendía una llama de fuego, pero
era pequeña, solo que la simple mirada de uno de los presentes allí, la alertó.
Gritó, ¡Úrsula Nos quemamos!, la tomó
de la mano, ambas se dieron cuenta de las, ya, lenguas de fuego que incendiaban
el techo de la cabina, comenzaron a dar torpes pasos entre la multitud que seguía extasiada por el
mix del trance, por el Fly away, tema exclusivo y último de la noche.
Buscaban la salida, la única que
conocían era aquella por la que habían entrado; entonces las miradas se
detuvieron y un ¡fuego, fuego, nos incendiamos! Emprendió la más peligrosa
estampida: la de humanos desesperados ante el temor de verse consumidos por el
fuego. Verónica se pregunta ¿Dónde están los extintores? No Verónica, no hay
ningún extintor porque los dueños se olvidaron
de ti, de los que aportaron a la creciente suma de su bolsillo, ¿y las
señales? Tampoco están Verónica, se han borrado no por el humo sino por la
codicia y los ojos cerrados de algunas instituciones.
Asustada, con las gotas de sudor esparcidas
por el cuerpo, toma la mano de Verónica
y juntas buscan la salida; el fuego ahora se ha extendido y esta ya por las
zona vip, ubicada en el segundo piso, la gente que gozaba de los más exquisitos
tragos y, paradójicamente, de buena vista, recién después de muchos minutos y caos en la
primera planta, se dieron cuenta del suceso, ya cuando el fuego consumía los
balcones; era casi imposible bajar por las escaleras en llamas.
Tomadas de la mano, Verónica y Úrsula
pactaron en silencio un ¡de aquí salimos
juntas o nos quedamos, pero juntas!; al ver arder la puerta principal se apagó
la luz, se cortó el fluido eléctrico y
los gritos de desesperación eran intensos, ellas tomaron como guía las
llamas de fuego que se avivaban en el piso de jebe.
Se ha caído Verónica, pero Úrsula la
jala de las manos clavando sus uñas sobre su piel, ¡no la puede dejar atrás!,
siguen avanzando entre el humo que no
dejaba ver nada; la oscuridad, el aire
asfixiante embargaban el salón de baile, la cabina, las barras todo excepto los
baños higiénicos, eso creían…
"continuará..."